La inteligencia artificial (IA) ha avanzado enormemente en los últimos años demostrando su capacidad para transformar muchos aspectos de nuestra vida cotidiana y laboral. 

Sin embargo, han surgido, y no sin razón, llamados de alarma respecto de lo que podría implicar en quienes trabajan en los campos del arte, la música y de la creatividad en general.

Los algoritmos de IA pueden ser entrenados para analizar grandes cantidades de datos, identificar patrones y generar nuevas ideas que podrían ser útiles para los artistas, pero, aunque la inteligencia artificial tiene innumerables beneficios y promesas, también hay amenazas y desafíos asociados con su desarrollo y uso.

Uno de los aspectos que ha levantado más controversia tiene relación con la propiedad intelectual y los derechos sobre las obras o realizaciones hechas a través de inteligencia artificial. En general, los derechos de autor se otorgan a la persona o entidad que crea una obra original, por ejemplo, el texto del libro. Sin embargo, si la creación se realiza utilizando inteligencia artificial, entonces surge la cuestión de quién es el «creador» y, por lo tanto, a quién se deben otorgar los derechos de autor.

Otro aspecto que ha sido foco de controversia tiene relación con la afirmación que la IA nunca podrá reemplazar por completo la creatividad humana y la capacidad de expresar emociones, sentir empatía y transmitir sentimientos a través de manifestaciones artísticas.

Sin embargo, a medida que esta tecnología se vuelve más avanzada, los algoritmos adquieren un potencial en el ámbito que se les eduque. Esto trae como consecuencia una mejor capacidad de estas máquinas para captar los sentimientos humanos, para analizar y tomar decisiones a partir de esos datos. 

En lo personal, he perdido mi capacidad de asombro y no me extrañaría en absoluto que en el futuro esta tecnología se desarrolle de tal manera que logre replicar las emociones humanas, que es, hoy en día, el último bastión insustituible que nos está quedando.

Lo que sí es un hecho es que la IA llegó para quedarse y debemos estar preparados, porque resistirse a ella es como intentar tapar el sol con un dedo.


Por Andrés Nassar
Socio de Sámara y Grupo Sámara.